Saturday, September 30, 2006

La Cena del Señor

Siempre ha existido mala interpretación y desacuerdo cuando se trata de la cena del Señor. Lo que los cristianos oyen es tan solo una charla sobre el cuerpo y la sangre de Cristo, y muchas veces ni siquiera saben qué pensar. De hecho, desde el principio de la iglesia, los creyentes tuvieron que defenderse de acusaciones de canibalismo. Ahora bien, con tantas creencias y teorías distintas por ahí, ¿qué hemos de pensar como creyentes en cuanto a este mandamiento de cumplir con la cena del Señor?.
La enseñanza más clara con respecto a la cena del Señor se halla en 1 Corintios 11:17-34. examinemos lo que él dice. En primer lugar, necesitamos conocer bien el contexto histórico de este pasaje para poder entender el argumento de Pablo. Al principio de la iglesia, la observancia de la cena del Señor era muy distinta de lo que hacemos nosotros hoy en la mayoría de las iglesias. En aquel entonces, los miembros de la iglesia se congregaban en grandes números de todas las clases sociales. Ricos, pobres, judíos y griegos, todos se reunían para una gran comida, y cada uno llevaba un plato especial para la cena. Luego se sentaban y gozaban del banquete durante largo rato, y después celebraban la cena del Señor.

Y así continuó esto por algún tiempo, pero el ambiente del festejo empezó a cambiar. Los más ricos empezaron a acaparar toda la comida, dejando muy poco a los más pobres, que además casi no tenían nada que comer en sus casas. Además, muchos de los participantes bebían tanto vino durante la noche, que a la hora de celebrar la cena del Señor estaban ebrios. Cuando Pablo oyó esto, se puso muy molesto y les escribió para que corrigieran sus errores.

Él comienza en el versículo 17 afirmando que los participantes estaban en peor situación por haber participado en la cena del Señor. ¿Ha sentido usted alguna vez como que ir a la iglesia lo dejó en peor situación que antes? Es muy probable que no; sin embargo, esto es precisamente lo que ocurría con estos creyentes de Corinto. Debido a su conducta egoísta y a veces inmoral, estos cristianos perdieron de vista la razón para celebrar la cena del Señor, y se volvieron borrachos y glotones.

La mesa del Señor debe ser un lugar para la unidad, el amor y el compañerismo, y los creyentes en este pasaje habían perdido de vista ese punto. Por tanto, Pablo tuvo que hacerles ver el verdadero significado de la cena. En 1 Corintios 11:23-26, Pablo les recuerda a los corintios acerca de la noche en que Jesús compartió la última cena con sus discípulos antes de su arresto. Aunque conozcamos bien lo que pasó esa noche, por lo que hemos leído en los evangelios, recordemos que Pablo escribió esta carta antes de que los evangelios fueran escritos, porque consideraba que este era un aspecto histórico muy importante que debía transmitirse a la iglesia.

El propósito de la cena del Señor, tal como se expone en este pasaje, es recordar y conmemorar el sacrificio de Jesucristo, y dar testimonio de nuestra participación en este acto maravilloso. ¿Por qué dijo Jesús que debíamos observar esta cena?: "Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí... Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:24-25). De modo que al tomar nosotros de una manera simbólica este sacrificio, estamos recordando de una manera activa a Jesucristo.
Quizá muchos de ustedes estén un poco confundidos en cuanto al significado bíblico del pan y el vino como símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo. ¿Acaso debemos entender que los elementos que ponemos en nuestra boca se transforman en la carne y la sangre de Cristo? Bueno, algunos enseñan justamente eso; pero yo no creo que eso es lo que enseña la Biblia. Más bien, el pan y el vino representan, o son simbólicos, del sacrificio que Cristo hizo en la cruz.
Otro motivo de confusión puede ser el hecho de que algunas iglesias utilizan jugo de uva o vino sin alcohol en la observancia de la cena del Señor. Esto es lo que yo hago. La razón es que para las personas que creen en la abstinencia total del alcohol, el jugo de uva es una alternativa excelente. El simbolismo se mantiene igual, y esta alternativa es, desde luego, tan significativa como el vino de los tiempos bíblicos.

Por último, quiero decir que la participación en la cena del Señor es tanto un deber como una responsabilidad. Es un deber para nosotros honrar al Señor con este acto de adoración, porque es claro que esta es una forma dinámica de recordar y proclamar a Jesucristo. (1 Cor. 11:24-26) Es también una responsabilidad porque nos hace recordar nuestra posición en Cristo y nuestra responsabilidad para con los que nos rodean. Si vamos a la mesa con odio y amargura en nuestros corazones, en ese caso no estaremos en condición de adorar ni honrar al Señor. El versículo 29 declara que si lo hacemos así, comer y beber indignamente, "sin discernir el cuerpo del Señor", juicio comemos y bebemos para nosotros mismos. Por el contrario, debemos honrar a Dios acercándonos a su mesa como un solo cuerpo, unidos en un solo propósito y con amor los unos hacia los otros. (1 Cor. 11:33)

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