El amor es el regalo más grande que Dios nos da; sin embargo, nos resulta muy difícil de recibir. ¿Por qué razón? Porque no pensamos que merecemos Su amor, lo cual es verdad. Porque no lo entendemos; no podemos comparar la calidad de su amor con el nuestro. O creemos que Él nos ama de la manera que nosotros amamos a los demás. Pero la idea de que Él siempre nos amará como lo promete la Biblia, nos deja con dudas.
El amor es un compromiso en cuanto a la satisfacción, la paz, la seguridad, la felicidad y el desarrollo de otra persona. El amor de Dios no se basa en las emociones, como ocurre con el amor humano; se basa en Su carácter. La Biblia nos dice que Dios es amor (1 Jn. 4:8). Ya que es imposible que Dios haga algo contrario a Su naturaleza, Su amor es seguro y confiable.
Su amor es un regalo. Santiago 1:17 enseña: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". El amor de Dios es inmutable e independiente de nuestros sentimientos de merecerlo. No podemos ganarlo ni dar nada a cambio de él; el amor de Dios es algo que Él nos da gratuitamente.
El amor de nuestro Padre celestial es perfecto. Dios es la perfección absoluta de cada aspecto de Su carácter. Su poder es poder perfecto, así como Su conocimiento es conocimiento perfecto. Cada uno de Sus atributos es lo máximo en perfección y no puede ser mejorado. Y puesto que Su amor es perfecto, sabemos que ese amor será, para nuestra bendición. Él siempre tratará a cada uno de nosotros de acuerdo con Su amor.
Recuerdo una vez que estaba realmente luchando con una circunstancia en mi vida. Cierta mañana, me sentía tan abrumado que me arrodillé junto a la cama y desahogué mi corazón a Dios, diciéndole: "¿Por qué no resuelves esto?" Me había vuelto impaciente, como nos sucede a todos a veces. Después fue como si Dios me susurrara: "Puedes confiar en mi amor perfecto". De repente, mi carga se esfumó, mi frustración desapareció y mi ansiedad se desvaneció.
Mi percepción del amor de Dios dio un gran paso adelante ese día. Se me hizo claro que Su amor es seguro en cualquier situación de la vida. No importa lo que usted esté enfrentando, no importa lo que esté sintiendo, Dios le ama... de una manera perfecta.
El amor es un compromiso en cuanto a la satisfacción, la paz, la seguridad, la felicidad y el desarrollo de otra persona. El amor de Dios no se basa en las emociones, como ocurre con el amor humano; se basa en Su carácter. La Biblia nos dice que Dios es amor (1 Jn. 4:8). Ya que es imposible que Dios haga algo contrario a Su naturaleza, Su amor es seguro y confiable.
Su amor es un regalo. Santiago 1:17 enseña: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". El amor de Dios es inmutable e independiente de nuestros sentimientos de merecerlo. No podemos ganarlo ni dar nada a cambio de él; el amor de Dios es algo que Él nos da gratuitamente.
El amor de nuestro Padre celestial es perfecto. Dios es la perfección absoluta de cada aspecto de Su carácter. Su poder es poder perfecto, así como Su conocimiento es conocimiento perfecto. Cada uno de Sus atributos es lo máximo en perfección y no puede ser mejorado. Y puesto que Su amor es perfecto, sabemos que ese amor será, para nuestra bendición. Él siempre tratará a cada uno de nosotros de acuerdo con Su amor.
Recuerdo una vez que estaba realmente luchando con una circunstancia en mi vida. Cierta mañana, me sentía tan abrumado que me arrodillé junto a la cama y desahogué mi corazón a Dios, diciéndole: "¿Por qué no resuelves esto?" Me había vuelto impaciente, como nos sucede a todos a veces. Después fue como si Dios me susurrara: "Puedes confiar en mi amor perfecto". De repente, mi carga se esfumó, mi frustración desapareció y mi ansiedad se desvaneció.
Mi percepción del amor de Dios dio un gran paso adelante ese día. Se me hizo claro que Su amor es seguro en cualquier situación de la vida. No importa lo que usted esté enfrentando, no importa lo que esté sintiendo, Dios le ama... de una manera perfecta.
Charles F. Stanley
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